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Descripción del libro:
siglo IX. Tres culturas se ven obligadas a entenderse, un imperio tiene el control, una ciudad arde a sangre y fuego. Castillo, Historia. Judith, quien es conocida por todos como la Belleza de la belleza extraordinaria, aún no tenía veinticinco años cuando murió de Aben Ahmad al-Fiqui, un musulmán con quien su padre se casó para complacerla. Tras su muerte, Judit, de origen judío, decidió buscar un nuevo marido, pero fue rechazada tanto por musulmanes como por judíos, debido a la difícil situación de Mérida, una ciudad donde hay violencia y disputas, y todos lo toleran. pero tienen miedo. La tensa calma que rige las relaciones entre árabes, bereberes, muladíes, judíos y cristianos pronto estallará. La rivalidad y el miedo, además de la codicia de los caudillos y los calientes impuestos anuales que tienen que pagar los cordobeses les harán contra el poder central de Abderramán II. Unidos por su odio al emir de Córdoba, se unirán para derrocar el poder que ostenta el gobernador Marwán en la provincia de Mérida y liberarlo de su yugo, pero Abderramán II enviará uno de los ejércitos más grandes jamás vistos para gobernar la ciudad a sangre y fuego. «Destruiré a la orgullosa y rebelde Mérida. Iré allí y derribaré sus muros escarpados. La reduciré a cenizas y polvo».
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Siglo IX. Tres culturas obligadas a entenderse, un emirato en jaque, una ciudad sometida a sangre y fuego. Alcazaba, la Historia. Judit, conocida por todos como la Guapísima por su extraordinaria belleza, aún no ha cumplido los veinticinco años cuando enviuda de Aben Ahmad al-Fiqui, un musulmán con el que su padre la casó por conveniencia. Tras su muerte, Judit, de origen judío, decide buscar nuevo marido, pero es rechazada tanto por musulmanes como por judíos debido a la situación extrema que se vive en Mérida, una ciudad donde imperan las revueltas y las rencillas y donde todos se toleran pero se temen. La calma tensa que preside la relación entre árabes, beréberes, muladíes, judíos y cristianos muy pronto se resquebrajará. La rivalidad y el miedo, además de la codicia de los gobernantes y los feroces tributos anuales que deben rendir a Córdoba hará que se rebelen contra el poder central de Abderramán II. Unidos por su odio hacia el emir de Córdoba se aliarán para derrocar el poder detentado en Mérida por el gobernador Marwán y liberarse de su yugo, pero Abderramán II mandará uno de los mayores ejércitos jamás vistos para someter a sangre y fuego a la ciudad… «Destruiré aquella Mérida orgullosa y rebelde. Iré allá y desharé sus murallas contumaces; ¡a cenizas y polvo las reduciré!