EL CURUEÑO, DONDE LA LUZ ES MEMORIA, DIEZ FERNANDEZ, JESUS

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Descripción del libro:

La fotografía es luz, la imagen del fotógrafo busca un ángulo que, en esa luz, detenga el tiempo, rastreando la memoria geográfica nacida de su deseo. Detrás de cada imagen está la presencia de mi pasado, lo que he aprendido en ese lenguaje de respuestas culturales rurales, vividas y soñadas: ejemplos de “partes humanas” del río Curueño, que fueron realidades de otro tiempo. En este recorrido por el cauce del río de los cuadros, el camino está cubierto de espejos y arroyos, a veces oscuros. Atreverse a volver a la distancia debe continuarse sin límites ni puntos importantes, aunque quiera hundirse como un naufragio, volver al principio: el hielo no se derrite en mis labios, cuyas fronteras están conectadas a algo imposible. La esencia del retorno se refleja en un camino de agua helada, por donde el tiempo y la memoria toman caminos diferentes: los tejedores del invierno y el verano, el tatuaje residual de la noche y el día con la magia de la niebla, el creador del otoño y la primavera, y ese extraño juego de preguntas que me ronda por dentro: ¿la realidad viva, la realidad recordada?

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La fotografía es luz, la mirada del fotógrafo busca un ángulo desde el que, en esa luz, retener el instante, trazar la memoria de una geografía nacida de sus deseos. Detrás de cada retrato están las presencias de mi origen, lo aprendido en ese lenguaje de respuestas de una cultura rural, vivida y soñada: las metáforas de los “afluentes humanos” del río Curueño, que fueron realidades en otro tiempo. En este viaje por el cauce de un río de imágenes, el camino está cubierto de espejos y arroyos, a veces turbios. Atreverse a regresar en la distancia es proseguir sin límites ni puntos cardinales, incluso deseando hundirme como el náufrago, volver a un principio: la nieve sin derretir en mis labios, en cuyos límites lindar con el imposible. La esencia del volver se plasma en una senda de agua helada, que el tiempo y la memoria la llevan por caminos diferentes: La tejedora de invierno y verano, el tatuaje fosilizado de la noche y el día con su magia de brumas, la hacedora de otoño y primavera, y ese juego extraño de preguntas que sigue habitando dentro de mí: ¿La realidad vivida, la realidad recordada?

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